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“Pero en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8:37)

Identidad = Conquistador, Mas que vencedor. Puedo escucharte pensando ahora “¿yo? ¡No soy un conquistador! " Tal vez no lo seas o tal vez lo seas (en algunas áreas), pero en realidad tu verdadera identidad es que en realidad eres MÁS que un vencedor.

¿Qué significa esto? Bueno, veamos, no se trata tanto de ti, sino del que está en ti, y de aquel de donde proviene toda tu fuerza e identidad. Dios les dice a sus hijos que son vencedores, pero la palabra “porque” en este contexto es muy importante: “Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido al mundo, porque mayor es el que está en ustedes que el quien está en el mundo. (1 Juan 4: 4) En Cristo eres un vencedor, porque Tu identidad no está determinada por ti, sino por el mayor, que está en ti.

Imagina un combate de boxeo: suena la campana, comienza la pelea y el campeón reinante está dando lo mejor de sí a la pelea. El campeón recibe un golpe, pero no se queda en el suelo, sigue luchando a pesar de que está sangrando, y muy pronto el oponente es noqueado por completo. ¡Es el campeón de nuevo! Cuando comienza la celebración, todavía sangrando, pero celebrando la victoria, llama a su esposa para que venga y esté a su lado. Al recibir el trofeo, la gran victoria es suya. Sin embargo, lo primero que hace el campeón es volverse hacia su esposa y ofrecerle el trofeo diciéndole amorosamente: "Esto es tuyo, luché por ti, tómalo ... la victoria es mía, pero el trofeo es tuyo". Recibe el premio con agradecimiento pero al mismo tiempo consiente , de que ella no hizo nada para merecerlo, nada para luchar por él, pero ahora le pertenece. El campeón de boxeo la levanta con orgullo sobre sus hombros mostrándola mientras sostiene el trofeo.

En esta historia, la analogía es que el boxeador victorioso es Jesús, Él es nuestro campeón, fue Su sangre y Su lucha lo que derrotó a la muerte, el pecado y la tumba. Pero Cristo ha tomado el premio, el trofeo, la recompensa y se lo ha dado a Su novia, que somos tú y yo, Su novia, la iglesia de Jesucristo. ¿En qué te convierte eso? ¡Esto te convierte en MÁS que un vencedor! ¡Si! Ves que Jesús es el campeón, el vencedor y la victoria es suya, pero él te ha hecho más que un vencedor al darte el premio y la bendición que no mereces, ¡que es el trofeo de la vida eterna!

Así que hoy, frente a la adversidad, recuerda que no se trata de ti. No se trata de tus carencias ni de tus puntos fuertes. Mayor es el que está en ti. Se te ha dado el premio, la bendición y la copa de la vida eterna debido a tu identidad en el campeón, Jesucristo. ¡Sí, eres MÁS que un vencedor!