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El Duque de Wellington comentó una vez sobre Napoleón en 1812, "Solía decir de él que su presencia en el campo hizo la diferencia de cuarenta mil hombres. ' La presencia de un líder fuerte tiene un efecto poderoso. ¿Cuánto mayor es el impacto del poder impresionante de la presencia de Dios?. La presencia de Dios es Su espíritu, Su aliento, Su esencia y Su personalidad presente con nosotros ahora mismo. La palabra "espíritu" viene de la palabra "aliento" o "viento", invisible, pero poderoso.

Hay un hambre espiritual profunda en todos nuestros corazones que sólo puede satisfacerse a través de la presencia, el aliento, el Espíritu de Dios mismo. La presencia de Dios satisface nuestros anhelos más profundos. La presencia y personalidad de Dios tiene un impacto asombroso de paz, alegría, confianza y liderazgo en nuestras vidas. Sin embargo, Adán y Eva perdieron este sentido de Su presencia a través de su pecado, posteriormente, la presencia de Dios no fue conocida como era antes, hasta que Jesús hizo un camino a través de Su muerte y resurrección, y luego Él envió el Espíritu Santo para ayudarnos ahora en la tierra, y en nuestros corazones. (Juan 16:13) Por medio del Espíritu Santo la promesa de Jesús es, "Estad seguros de esto: Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." - Mateo 28:20

La presencia de Dios cambia radicalmente nuestras vidas y da poder tanto a nuestras palabras como a nuestras acciones. (1 Corintios 12:8-11) Él hace posibles señales y milagros. Esto es lo que caracterizó a la iglesia primitiva. Esto es lo que debe caracterizar nuestras vidas e iglesias de hoy.

Nunca des por sentada la presencia de Dios. Al igual que estar con una persona que valoras, Su presencia requiere respeto. Al honrar Su presencia, tu invitas el poder de Su presencia para refrescar y empoderar tu vida. Recuerda, Él está presente con nosotros ahora, todo el tiempo, por su Espíritu Santo que vive en nosotros.

Hoy Respondo:
Gracias, Señor, porque se, que, por la sangre de nuestro Señor Jesucristo, puedo acercarme a tu trono con audacia y confianza. Gracias porque a través del Espíritu Santo haces reales tu presencia disponible para mí, todo el tiempo. Amén.