Basado en Hebreos 12:14, este mensaje enfatiza que la experiencia de Dios está directamente relacionada con la búsqueda de la santidad. Se plantea que muchas veces sentimos a Dios distante no porque Él se haya alejado, sino por barreras que nosotros hemos puesto.
La santidad no es un conjunto de reglas estrictas, sino la respuesta natural a la gracia de Dios. La Biblia nos declara santos en Cristo, pero debemos reflejar esa identidad en nuestra vida diaria, al igual que en el matrimonio, donde el compromiso legal debe ir acompañado de acciones que fortalezcan la relación.
La santidad es esencial para ver y experimentar a Dios. Se compara con limpiar las ventanas de una casa: mientras más limpias, más luz entra. El pecado y las distracciones pueden nublar nuestra visión de Dios. Se nos desafía a identificar y eliminar las "manchas" que impiden nuestra cercanía con Él.
Necesitamos un arrepentimiento genuino, no basado en el miedo, sino en el anhelo de experimentar a Dios. La santidad no solo nos acerca a Dios, sino que también nos da paz en nuestras relaciones y en nuestra vida.
