Cuando nos esforzamos y superamos a nosotros mismos entramos en la lista de los más valientes quedará escrito y se conocerá por mucho tiempo, más en el cielo será indeleble.
La peor derrota es la que no se enfrenta, cuando ya nos sentimos perdidos como cuando el ejército huía ante el enemigo algunos se plantaron en medio de la dificultad Dios les entregó un triunfo que hoy después de muchos siglos seguimos admirando, o como los que ¡Se jugaron la vida para traer el agua!»
Y aunque David no quiso beberla, y talvez no Io entendieron, él la ofreció al Señor, era un sacrificio muy grande que solo Dios era digno de beberla.
Por esas cosas David era un hombre conforme al corazón de Dios, mañana no lo será tanto.