Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, Los padres dirigían el culto del templo del Señor, cantaban y profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos, para dar gracias y alabar al Señor, bajo las órdenes del rey.
Con la palabra de Dios exaltaban su poder.
Eran en total doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus demás compañeros, y habían sido instruidos para cantarle al Señor.
Para asignarles sus turnos se echaron suertes, sin hacer distinción entre menores y mayores, ni entre maestros y discípulos.
La primera suerte le tocó a José el asafita; y así las 24 horas del día, se cantaban alabanzas para adorar a Dios.