David reunió en Jerusalén a todos los jefes de Israel, administradores, príncipes, eunucos, guerreros, y todos los valientes.
David dijo: «Hermanos de mi pueblo, escúchenme. Yo tenía el propósito de construir un templo. Ya tenía todo listo para construirlo cuando Dios me dijo: “Tú no me construirás ningún templo, porque eres hombre de guerra y has derramado sangre”.
Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me escogió para ponerme por rey de Israel para siempre. En efecto, él escogió a Judá como la tribu gobernante.
De entre mis hijos, escogió a mi hijo Salomón para rey de Israel. Dios me dijo: “Será tu hijo Salomón el que construya mi templo y mis atrios, pues lo he escogido como hijo, y seré para él como un padre. Y, si persevera en cumplir mis leyes y mis normas, entonces afirmaré su reino para siempre”.
Les encarezco que obedezcan cumplidamente todos los mandamientos del Señor su Dios. Así poseerán esta hermosa tierra y se la dejarán en herencia perpetua a sus hijos.