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Bendito seas, Dios mío y Señor mío,
 siempre y para siempre!
 Tuyos son, la grandeza el poder, la gloria, la victoria y la majestad.
 Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra.  Tuyo es el reino, tú estás por encima de todo.  De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo.
 En tus manos están la fuerza el poder, eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
 Dios nuestro, te damos gracias, a tu glorioso nombre tributamos alabanzas.
Cuando donamos, diezmamos u ofrendamos en causas nobles esperamos que nos agradezcan, veamos cómo lo ve el hombre conforme al corazón de Dios 
¿quién soy yo, y quién es mi familia, para que podamos darte estas ofrendas? 
Nosotros somos los que debemos estar agradecidos con el Señor pues él es el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de él lo hemos recibido. Lo reconoce y agradece
 ¡Todo es tuyo! 
También nos enseña que es una de las formas que usa Dios para probarnos, si dimos con alegría y agradecimiento, debemos dar hasta que nos duela, pero con felicidad, pues es un verdadero privilegio