Ben Adad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y salió a hacerle guerra a Samaria.
Envió mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: “Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos”
Respondió entregando su familia y posesiones.
Ben Adad, volvió a sentenciar: voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios, y se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán.
En ese momento si se despertó Acab.