Al año siguiente, el rey pasó revista a las tropas sirias y marchó a Afec para atacar a Israel. Acab, por su parte, pasó revista a las tropas israelitas y las aprovisionó. Estas se pusieron en marcha para salir al encuentro de los sirios, y acamparon frente a ellos.
Parecían pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios cubrían todo el campo.
En un solo día los israelitas le causaron cien mil bajas a la infantería siria. Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos.