Veamos lo que dicen las escrituras de Acab:
Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor, era alguien repugnante a Dios, cualquier calificativo negativo le queda corto.
Pero se arrepintió:
“Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó” al punto que sorprendió gratamente al Señor, quien no se aguantó y fue a comentárselo al profeta
«¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí?
Y ¿que crees? ¡lo Perdonó!