Roboán llegó a Jerusalén y movilizó a las familias de Judá y de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino. Pero la palabra del Señor vino a Semaías, y le dio este mensaje: «Diles a todos los israelitas que están en Judá y en Benjamín, “No vayan a luchar contra sus hermanos. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido”».
Roboán se estableció en Jerusalén y fortificó las ciudades de Judá, nombró gobernantes, reforzó las fortificaciones, almacenó en ellas víveres, aceite y vino, y las armó a todas con escudos y lanzas. y quedó en posesión de Judá y de Benjamín.
