Josafat se hizo muy rico y famoso y, como había emparentado con Acab, fue a visitarlo a Samaria.Acab, rey de Israel, le preguntó a Josafat, rey de Judá:
—¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?
Josafat le respondió: —Estoy a tu disposición, pero, antes que nada, consultemos al Señor —añadió. Así que el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas, y les preguntó: —¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?
—Vaya, Su Majestad —Dios la entregará en sus manos.
Pero Josafat inquirió: —¿No hay aquí un profeta del Señor a quien podamos consultar?
Hay alguien, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; solo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá.
El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en su presencia.Sedequías anunció: «Así dice el Señor: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos”».
«Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el Señor la entregará en sus manos».