En el séptimo año, el sacerdote Joyadá se armó de valor y convocó a los capitanes, estos recorrieron todo el país convocando a los levitas y a los jefes de las familias, Allí toda la asamblea reunida en el templo de Dios hizo un pacto con el rey.
Joyadá les dijo: «Aquí tienen al hijo del rey. Él es quien debe reinar, tal como lo prometió el Señor a los descendientes de David. Así que hagan lo siguiente: Una tercera parte de ustedes, hará la guardia en las puertas; otra tercera parte permanecerá en el palacio, y la parte restante ocupará la puerta de los Cimientos, todo el pueblo estará en los atrios del templo del Señor. El pueblo deberá obedecer el precepto del Señor. Arma en mano, los levitas rodearán por completo al rey. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!»
Repartió entre los capitanes las lanzas y escudos del rey David, que estaban guardados en el templo de Dios. Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le entregaron una copia del pacto y lo proclamaron rey, y gritaron: «¡Viva el rey!»