A continuación, Salomón en el altar del Señor y, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos, en medio del atrio había una plataforma de bronce cuadrada, con un metro con treinta y cinco centímetros de alto, se arrodilló y, extendiendo las manos al cielo,oró así:
«Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en el cielo ni en la tierra, pues tú cumples tu pacto de amor con quienes te sirven y te siguen de todo corazón.Has llevado a cabo lo que dijiste, ahora, Señor, Dios de Israel, cumple también la promesa cuando le dijiste:
“Si tus hijos observan una buena conducta, viviendo de acuerdo con mi ley como tú lo has hecho, nunca te faltará un descendiente que ocupe el trono de Israel en mi presencia
Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra con la humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí!