Cuando Eliseo se enfermó de muerte, Joás, rey de Israel, fue a verlo. Echándose sobre él, lloró y exclamó:
—¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!
Eliseo le dijo: —Empuña el arco, Eliseo puso las manos sobre las del rey
—¡Dispara! Entonces Eliseo declaró:
¡Flecha victoriosa del Señor! ¡Flecha victoriosa contra Siria! ¡Tú vas a derrotar a los sirios!
Eliseo le ordenó: —¡Golpea el suelo!
Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo.Ante eso, el hombre de Dios se enojó y le dijo:
—Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás solo tres veces.
Después de esto, Eliseo murió y fue sepultado.
Cada año, bandas de guerrilleros moabitas invadían el país, unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero de pronto vieron unas bandas y echaron el cadáver en la tumba de Eliseo. Cuando el cadáver tocó los huesos de Eliseo, ¡el hombre recobró la vida y se puso de pie!
Durante el reinado de Joacaz, Jazael, rey de Siria, oprimió a los israelitas. Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia.