21 Luego, proclamé un ayuno para que nos humilláramos ante nuestro Dios y le pidiéramos que nos acompañara durante el camino, a todos y nuestras posesiones. 22 le habíamos dicho al rey que la mano de Dios protege a todos los que confían en él. 24 Después aparté a doce jefes de los sacerdotes. 25 En presencia de ellos pesé el oro, los utensilios sagrados y las ofrendas que habían entregado para el templo de Dios.