Isaías entona un canto, un poema para el Señor, a quien ama. El poema trata sobre una querella del Señor contra la viña que Él había plantado. Dios hizo todo para que esta viña diera buenos frutos. Sin embargo, los frutos fueron agrios y silvestres. ¿Qué más podría haber hecho el Señor por su viña? Le había dado todo, y aún así la viña no respondió y no dio frutos de justicia. Dios entonces les advirtió del juicio venidero: serían abandonados a su suerte. Serían pisoteados por todos los animales silvestres. Luego el Señor menciona 6 ayes sobre su pueblo. Un ay es la razón de un juicio:
Ay de los que compran casa a casa hasta abarcarlo todo. Se quedarán sin nada.
Ay de los que lo que viven solo para embriagarse. Serán llevados al cautiverio.
Ay de los que desafían a Dios y no creen en que llegue a hacer justicia.
Ay de los que a lo bueno llaman malo, y a lo malo bueno.
Ay de los que son sabios en su propia opinión, y se creen prudentes a sus propios ojos.
Ay de los que son valientes para beber licores fuertes, y para quitar la justicia por ganancia deshonesta.
En Israel ya no había justicia, ni temor de Dios. Los fuertes y los ricos vivían en fiestas y desenfreno, mientras los pobres clamaban y sufrían. Como ellos habían dejado a Dios, Dios los dejaría a ellos y serían presa de sus enemigos. Los asirios vendrían y acabarían con toda su riqueza, y acabarían con muchos que serían tragados por el sepulcro. No dejes que las bendiciones de Dios te vuelvan ciego a sus demandas. Él nos bendice para que nosotros vivamos vidas de justicia y de santidad. No le des la espalda a Dios, ni te apartes de sus caminos; no sea que el Señor llegue a decir lo mismo de nosotros. Que el Señor te bendiga.