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Isaías nos muestra la futura gloria de Jerusalén - donde reina la justicia, la paz, y la prosperidad. Al mirar hacia atrás la historia de Jerusalén, siempre en medio de guerras, desolaciones, y tribulaciones, entendemos que esta profecía aún está en el futuro. Apocalipsis presenta a ésta Jerusalén descendiendo desde el cielo - ataviada como una novia para su esposo. Apocalipsis está haciendo eco de éste capítulo: aquí se presenta a Dios con una corona en la mano, para su esposa, Jerusalén. Pero Dios profetiza que Jerusalén recibirá dos nuevos nombres - Hepsiba (en ella está mi delicia) y Beula (Casada). Son nombres que contrastan su anterior estado - por su pecado, Dios se había divorciado de ella; pero después del cautiverio, Dios se vuelve a compadecer de ella, y la vuelve a desposar. Así es el amor y la misericordia de Dios. Pero hay un énfasis en el capítulo de hoy en los centinelas. El mismo Isaías nos dice que él no dejaba de orar por Jerusalén. Dios le pide a los centinelas que no dejen de orar por Jerusalén, hasta que Dios cumpla su propósito en ella. ¿Qué significa esto? Que nosotros debemos orar por la salvación de quienes aún no conocen al Señor. Oremos por nosotros mismos; oremos por nuestras familias; oremos por nuestros amigos. Oremos por quienes deseamos ver en el Reino de los cielos. Que el Señor te bendiga.