La profecía sobre un niño que nacería de una virgen, y cuyo nombre sería Emanuel, se da en un contexto de una terrible apostasía que había en Jerusalén, en tiempos del rey Acaz. Este rey fue terrible. Abandonó completamente a Dios, y se entregó por completo a la idolatría de Baal y de Moloc. Para castigarlo y humillarlo, Dios permitió que sufriera una gran derrota por parte de una alianza entre Siria e Israel. En esta guerra, murió muchísima gente en Judá. Pero Jerusalén resistió. En este contexto de sufrimiento, Dios envió un mensaje de esperanza a través de su profeta Isaías. Llama la atención cómo Dios, en su misericordia, le manda un mensaje de aliento a un rey tan perverso. Primero Dios le promete que esos reyes no tendrían éxito. Y luego invita a pedir una señal. Pero el rey Acaz no quiso pedirla. Dios quería que el rey y toda la nación volvieran a creer en Él. Para Dios no hay nada imposible. Dios podía librar a Jerusalén, y derrotar a sus enemigos. Pero el rey Acaz se negó a creer en Dios. Es más, después decidió adorar a los dioses de los sirios, ya que pensó: "Si ellos me derrotaron, y si yo adoro a sus dioses, ellos me bendecirán". Nuestra única esperanza es Emanuel - Dios con nosotros. Nuestra única esperanza es el Mesías. No busques ayuda en otras partes. No busques ayuda en dioses falsos. Acaz volvió a pecar, cuando en vez de apoyarse en Dios, buscó la ayuda de los asirios. Dios le advirtió que los asirios vendrían, y como navaja arrasarían con todo en Israel. No hagas alianzas con el mundo. Haz una alianza con Dios. Apóyate en Dios. Y deja que Él sea quien pelee todas tus batallas. Que el Señor te bendiga.