Dios, como buen Padre, quiere darle a sus hijos todo lo que le pidan. Y lo va a hacer, si es que somos hijos obedientes. Eso implica que también pedimos de acuerdo a su voluntad, y por eso recibimos lo que pedimos.
"Y recibiremos de él todo lo que le pidamos porque lo obedecemos y hacemos las cosas que le agradan", (1 Juan 3:22, NTV).
"y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él", (1 Juan 3:22, RV60).