Los creyentes en persecución, Pedro les dice, no tienen excusa para vivir una vida desordenada como la vivían antes de conocer a Cristo.
"Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes. Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo ahora que han probado la bondad del Señor", (1 Pedro 2:1-3, NTV).
"Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,si es que habéis gustado la benignidad del Señor", (1 Pedro 2:1-3, RV60).