Pablo le dice a los Tesalonicense que Dios también ha librado a todo creyente de los juicios que vienen sobre este mundo, y no solo de la condenación del pecado.
"Pues Dios escogió salvarnos por medio de nuestro Señor Jesucristo y no derramar su enojo sobre nosotros. Cristo murió por nosotros para que—estemos vivos o muertos cuando regrese—podamos vivir con él para siempre. Así que aliéntense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen", (1 Tes. 5:9-11).