Pablo les asegura a los Tesalonicenses que estas enseñanzas vienen de él y lo comprueba firmando la carta con su propio puño y letra.
"Aquí está mi saludo de mi propio puño y letra: Pablo. Hago esto en todas mis cartas para probar que son mías. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes", (2 Tes. 3:17-18, NTV).