Pablo les recuerda a los Gálatas que el fruto del Espíritu Santo no tiene ley que lo limite. Más bien se trata de crucificar la naturaleza pecaminosa y de permitir al Espíritu Santo dominar nuestras vidas de tal manera que su fruto se muestra cada día más.
"¡No existen leyes contra esas cosas!Los que pertenecen a Cristo Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí," (Gálatas 5:23b-24, NTV).
"... contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos," (Gálatas 5:23b-24, RV60).