Si bien es cierto que todos pecamos, todos podemos tener el perdón de Dios si confesamos nuestros pecados y le pedimos perdón. También, podemos mantenernos limpios si guardamos su palabra.
"¿Quién puede decir: «He limpiado mi corazón; soy puro y estoy libre de pecado»?", (Proverbios 20:9, NTV).
"¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?", (Proverbios 20:9, RV60).