Salomón habla de la sabiduría y la prudencia, y de como aún los jóvenes pueden alegrar a sus padres cuando son sabios.
"Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón. Entonces podré responder a los que me critican.El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones. El simplón sigue adelante a ciegas y sufre las consecuencias", (Proverbios 27:11-12, NTV).
"Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me agravie.El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y llevan el daño", (Proverbios 27:11-12, RV60).