Una súplica que vemos en este salmo, la hace el autor, pidiéndole a Dios que le ayude a abandonar los caminos vergonzosos, es decir, el pecado.
"Ayúdame a abandonar mis caminos vergonzosos, porque tus ordenanzas son buenas", (Salmo 119:39, NTV).
"Quita de mí el oprobio que he temido, Porque buenos son tus juicios", (Salmo 119:39, RV60).