El salmista habla de ya no querer pecar contra Dios, pero también expresa su deseo de obedecer a Dios y de ser renovado.
"¡Anhelo obedecer tus mandamientos! Renueva mi vida con tu bondad", (Salmo 119:40, NTV).
"He aquí yo he anhelado tus mandamientos; Vivifícame en tu justicia", (Salmo 119:40, RV60).