Cuando Dios nos perdona también olvida nuestros pecados, ya no hay más delitos que perseguir. Si no fuera así, nadie podría ser salvo.
"Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados, ¿quién, oh Señor, podría sobrevivir?Pero tú ofreces perdón, para que aprendamos a temerte", (Salmo 130:3-4, NTV).
"JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado", (Salmo 130:3-4, RV60).