El Salmista declara como Dios lo rescata de enemigos que son más grandes y más fuertes que él con su gran poder.
"Él extendió la mano desde el cielo y me rescató; me sacó de aguas profundas. Me rescató de mis enemigos poderosos, de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí", (Salmo 18:16-17, NTV).
"Envió desde lo alto; me tomó, Me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo", (Salmo 18:16-17, RV60).