Un privilegio que tiene todo creyente es el hecho de poder alabar a Dios sin necesidad de estar en un cierto lugar o en una cierta circunstancia. Dios es digno de ser alabado en todo tiempo y en todo lugar.
"Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca", (Salmo 34:1, RV60).
"Alabaré al Señor en todo tiempo; a cada momento pronunciaré sus alabanzas", (Salmo 34:1, NTV).