A pesar de todos los problemas que había en la vida de David, él todavía confía en Dios al punto de que puede dormir tranquilo.
"Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el Señor me cuidaba", (Salmo 3:5, NTV).
"Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba", (Salmo 3:5, RV60).