David, el escritor de este Salmo, sabiendo que su hijo Absalón y parte del pueblo venían a matarlo, declara que la victoria sobre estos asuntos, no viene del tamaño del ejercito, sino de Dios.
"La victoria proviene de ti, oh Señor; bendice a tu pueblo", (Salmo 3:8, NTV).
"La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición", (Salmo 3:8, RV60).