El salmista habla con Dios y le pide perdón por sus pecados y quiere que Dios lo limpie de su maldad. El pecado no confesado lo estaba atormentando.
"Ten misericordia de mí, oh Dios, debido a tu amor inagotable; a causa de tu gran compasión, borra la mancha de mis pecados.Lávame de la culpa hasta que quede limpio y purifícame de mis pecados.Pues reconozco mis rebeliones; día y noche me persiguen", (Salmo 51:1-3, NTV).
"Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí", (Salmo 51:1-3, RV60).