El salmista habla de su necesidad de Dios, y la siente como siente la necesidad de agua.
"Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua", (Salmo 63:1, NTV).
"Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas", (Salmo 63:1, RV60).