Santiago ahora presenta un contraste entre los conceptos de lo bueno y lo malo que viene a nuestras vidas. Todo lo bueno viene de Dios.
"Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación", (Santiago 1:16-17, RV60).