Santiago habló de como la ira de Dios no obra la justicia de Dios y ahora habla de cómo en vez de caer en enojo, se debe de recibir la palabra de Dios en nuestras vidas.
"Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas", (Santiago 1:21, RV60).
"Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para salvar su alma" (Santiago 1:21, NTV).