Santiago ilustra como se ve una persona que solamente escucha la palabra, pero no la pone por obra.
"Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era", (Santiago 1:23-24, RV60).
"Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres", (Santiago 1:23-24, NTV).