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20 de octubre

Dios tiene las cartas

Pastor Daron Lindemann

 

¿Qué tienen en común estos cuatro reyes: David, Carlomagno, César y Alejandro? Son los reyes de corazones, picas, diamantes y tréboles de una baraja de cartas. Pero, ¿dónde está el Rey de reyes? ¿Dónde está en una baraja de cartas el Comandante supremo del universo?

            Cualquier gobernante de nuestro mundo puede tener autoridad sobre un determinado dominio, pero en última instancia Jesucristo tiene autoridad sobre todos los dominios y gobernantes, incluso sobre los gobernantes corruptos que abusan de su autoridad y poder. 

            El faraón persiguió a Moisés y a los israelitas, pero el Señor utilizó al faraón para sus propios fines, diciendo: «Me glorificaré en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros de guerra y en su caballería»(Éxodo 14:17). 

            Martín Lutero dijo una vez: «Dios mira a los reyes como los niños a los naipes».

            La esclavitud y el éxodo de Egipto sirvieron al plan de salvación de Dios para los pecadores. La destrucción de Jerusalén y el cautiverio extranjero sirvieron al plan de salvación de Dios para los pecadores. Los faraones y Nabucodonosores de hoy continúan sirviendo al plan de salvación de Dios para los pecadores. 

            Dios tiene en su mano a todos los gobiernos y gobernantes para que le ayuden a realizar su plan salvador. 

            Lee el Salmo 118:9 y medita en él en oración. Sé honesto y confiesa dónde has confiado en los gobiernos de este mundo para que te den lo que sólo Dios puede darte. Vuélvete a él arrepentido y confía más en Dios que en el gobierno. 

 

Oración

 

Señor, al examinar mi corazón encuentro que he confiado en personas de poder para esperar beneficios. Lo hice sinceramente con la intención de lograr mejoras tanto para mí, como para los que forman parte de mi realidad. Sin embargo, confieso, que eso es pecado pues tú quieres que confiemos sólo en ti, incluso para lo que es fácil para los poderosos. Perdona, te suplico que yo haya puesto mi confianza y esperanza en una criatura. Concédeme, Señor, crecer en la verdadera fe, de tal manera que siempre mi confianza repose en ti y en tu santa voluntad, por Jesucristo, tu Hijo. Amén.