21 de noviembre
Apocalipsis 22:6
“Y me dijo el ángel: Estas palabras son fieles y verdaderas.”
FIELES Y VERDADERAS
De vez en cuando veo una película, y justo antes de que comiencen los créditos finales, los productores muestran actualizaciones reales sobre los personajes. Me sorprendo y pienso: ¿Era una historia verdadera? En cuanto descubres que lo que acabas de ver se basó en personas reales, toda tu perspectiva sobre la película cambia.
De manera similar, justo antes de que “corran los créditos” del último capítulo de la Biblia, escuchamos este mismo mensaje: “Esta es una historia verdadera.” Quizá ya estábamos convencidos de eso desde hace tiempo, pero en ciertos momentos más que en otros necesitamos recordarlo: “Estas palabras son fieles y verdaderas.”
Así fue también para un creyente llamado Juan. Él había presenciado eventos aparentemente increíbles durante su vida. Como parte del círculo íntimo de Jesús, vio cuando Jesús resucitó a una niña. Lo vio resplandeciente conversando con dos héroes de la fe que ya estaban en el cielo. Y cuando Jesús hablaba y explicaba sus acciones, no quedaba espacio para la duda en la mente de Juan.
Pero cuando Juan escribió las palabras de este pasaje, Jesús ya no estaba físicamente presente desde hacía más de cincuenta años. Los amigos y compañeros discípulos de Juan habían sido asesinados. Él mismo había sido exiliado a una isla. Todo parecía ir mal para Juan y para la iglesia cristiana.
Quizás tú también te hayas sentido así: abandonado, solo, con la sensación de que la fe cristiana pierde terreno en un mundo que la ve más como intolerante que como fuente de ayuda.
Fue para ti que se escribieron las palabras de este pasaje. La Palabra de Dios es verdadera, y precisamente porque es verdadera, también es digna de confianza.
Puedes confiar en que tus pecados han sido perdonados por el sacrificio desinteresado de Jesús.
Puedes confiar en que Él venció la muerte al resucitar del sepulcro.
Puedes confiar en que no te ha dejado solo.
Porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Oración
(Del himnario luterano “Christian Worship”, himno 872)
Señor, gracias por la verdad de tu Palabra.
Úsala para aumentar nuestra confianza,
sabiendo que el conflicto no durará mucho:
hoy resuena el ruido de la batalla,
mañana, el canto del vencedor.