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2 de septiembre

¡Un sitio para mí!

Pastor David Scharf

 

¿Ha visto alguna vez la película La Pasión de Cristo? Hay una escena que me llama la atención. Cuando Jesús murió, había dos ladrones crucificados con él.

¿Qué clase de persona fue crucificada? No crucificaron a los buenos. En cambio, personas que eran, según nuestros estándares, horribles fueron ejecutadas. No hubieras querido a estos ladrones en tu vecindario, mucho menos en tu casa. Sin embargo, uno de ellos tuvo la audacia de pedirle a Jesús que lo llevara al cielo.

Desde un punto de vista lógico, cabría esperar que Jesús respondiera: «¿Estás de broma? ¿Llevarte al cielo? ¡Mira qué clase de persona eres! Mereces estar colgado en esa cruz».  

Pero escucha lo que dice Jesús: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso»(Lucas 23:43). ¿Cómo es posible? Jesús vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Vino por los enfermos. Vino por los pecadores. Jesús vino porque necesitábamos un Salvador que muriera por nosotros. Al morir y resucitar, Jesús pagó por los pecados de todo el mundo. Pagó por tus pecados, por mis pecados, y sí, eso incluye incluso los pecados de ese ladrón.

Por eso podemos mirar a ese ladrón con alegría. Si había sitio en el cielo para él, también lo hay para mí y para ti. Y saber eso nos da la confianza para vivir hoy y mañana y pasado mañana y . . .

 

Oración:

 

Señor, no merezco el gozo eterno, y aunque no soy tan audaz como el criminal que estuvo crucificado contigo y te pidió que lo tengas en tu reino, la verdad es que quiero estar en el cielo contigo por la eternidad. Te doy gracias porque solo tú lo hiciste posible con tu vida santa y tu muerte injusta en favor mío. Amén.