Continuamos con el episodio 11, en el que Jesús, el Rey, nace en el mundo. Retomamos la historia recordando la fe de José y María, quienes no confían porque entienden todo lo que está por venir, sino porque se rinden y se someten plenamente al Dios Altísimo. El mismo Dios que había prometido este momento a través de cientos de profecías anunciadas siglos —y hasta milenios— antes, haciendo cada vez más detallado y humanamente improbable su cumplimiento.
El nacimiento de Jesús no es fantasía. Los evangelios hablan de un tiempo, un lugar y personas concretas. Esta historia realmente ocurrió. En Lucas vemos cómo José y María viajan a Belén por un censo decretado por el gobernante de la época. En medio de la multitud y sin un lugar adecuado, Jesús nace y es acostado en un pesebre. El Rey del mundo llega en humildad.
Dios anuncia este acontecimiento a pastores, personas marginadas y poco valoradas por la sociedad. Ellos son los primeros en escuchar y proclamar la noticia: el Hijo de Dios ha tomado carne; el Mesías prometido ha llegado. No es un evento común; es un suceso de importancia cósmica. Multitudes de ángeles alaban a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace”.
Pero no todos celebran. En Jerusalén, hombres sabios del oriente llegan guiados por una estrella, señal del nacimiento del Rey de los judíos. Buscan al rey donde debería estar, pero en el trono se sienta un rey falso. Herodes, movido por el miedo y la ambición, intenta destruir al verdadero Rey. Los sabios encuentran a Jesús, lo adoran y le ofrecen regalos. Advertidos por Dios, no regresan con Herodes. José, María y Jesús huyen a Egipto, cumpliendo una vez más lo que había sido profetizado.
Nada fue inesperado. Nada estuvo fuera de control. Dios lo orquestó todo y lo anunció con anticipación. La historia pasada y futura está en sus manos. No se nos pide una fe ciega, sino ojos dispuestos a ver.
Este nacimiento ocurrió. Este nacimiento cambió la historia.
Y ese mismo Rey que nació te invita hoy a conocerlo y confiar en Él.
Piénsalo.