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Nos encantaria Saber de ti y tu experiencia con palabras de Bendicion, envianos un mensaje de texto

Si alguien me preguntara como puedo describir la vida.

Yo la Describiría como un viaje en tren.

Diría que la primera estación a la que subimos se llama nacimiento, sin elegir cuándo ni dónde. El tren comienza a moverse, y poco a poco vamos conociendo pasajeros que suben en diferentes paradas: los padres que nos cuidan, los amigos con los que reímos, los amores que compartimos…

Algunos permanecen mucho tiempo a nuestro lado, otros solo un tramo del camino.

Y aunque el tren sigue avanzando, hay estaciones donde alguien baja… y no vuelve más.

En esos momentos el vagón se siente vacío, y el silencio pesa. Pero el tren no se detiene, porque el viaje continúa. Hay pasajeros que suben con sonrisas, otros cargan maletas pesadas —de culpa, de dolor, de pasado. Algunos miran por la ventana con esperanza, otros solo ven oscuridad.

Y mientras el tren avanza, comprendemos que este viaje es breve… demasiado breve.

Que no estamos aquí para acumular maletas, sino para aprender a amar a quienes viajan con nosotros.

Pero hay algo que marca toda la diferencia: En algún punto del recorrido, Jesús sube al tren. No lo hace con ruido ni con títulos. A veces entra cuando más lo necesitamos… cuando sentimos que el tren se descarrila. Él se sienta tranquilito a nuestro lado, nos mira con ternura, y dice:

“No temas. Yo conozco el camino. Yo soy el Camino.”

Y desde ese momento, todo cambia.

El paisaje puede seguir teniendo tormentas, pero ahora hay paz en el corazón.

Algunos pasajeros lo ignoran. Otros se alejan, algunos aparentan viajar con el o conocerlo pero estan muy lejos de El. 

Muchos incluso al verlo en el tren lo saludan con tanta familiaridad y me parece ver la cara de Jesús al Decir, quien Sera? No lo conozco.

Pero quienes deciden realmente viajar con Él descubren que no importa tanto el vagón, ni la velocidad, sino el destino.

Porque este tren no termina en la tierra.

Su última parada no es la tumba, ni el dolor, ni la despedida.

Su destino final es la eternidad

Donde el Conductor mismo —Jesús— nos recibirá con los brazos abiertos y dirá:

“Bienvenido a casa. El viaje ha valido la pena.”

Así que, mientras tu tren sigue avanzando, no olvides mirar alrededor.

Sonríe a tus compañeros de viaje, perdona, ama, siembra esperanza.

Porque tarde o temprano, el tren se detendrá en nuestra estación final…

Y solo importará si Jesús iba con nosotros.

Soy Ángela, y esto fue Palabras de Bendición.

Recuerda: la vida es un viaje, pero el destino eterno depende de con quién decidas viajar.

 

Palabras de Bendicion