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Hace pocos días emprendimos un viaje en una camioneta, avanzábamos a altas horas de la noche, un camino angosto, lluvias, relámpagos y un poco de neblina, yo iba al volante, manteniendo la mirada fija en la carretera, a mi lado de copiloto como siempre, mi bella esposa.
En la parte trasera mis hijos, con una confianza incondicional, ellos no veían el peligro de la carretera ni la incertidumbre de la niebla, confiadamente dormían porque sabían que al frente del vehículo estaban quienes lo aman y los protegen a toda costa, esa confianza en nosotros, no se basa en la lógica, más bien en la certeza de la relación que nos une.
Esta misma confianza es la que Dios espera de nosotros. A menudo, en nuestros viajes por la vida, nos enfrentamos a caminos difíciles e inciertos, como esa carretera en construcción. La niebla de la incertidumbre y la lluvia de las dificultades pueden hacernos sentir indefensos y llenos de miedo. Pero, así como los hijos confiados en que sus padres los guiaran a través de la oscuridad, nosotros estamos llamados a confiar en Dios.
Dios, como un padre cargado de amor, nos guía incluso cuando no vemos el camino con claridad. Aunque las circunstancias nos asusten, Él tiene el control y siempre busca nuestro bien. La fe no significa tener todas las respuestas o entender cada obstáculo, sino que debemos confiar en el carácter de Dios y en su amor incondicional por cada uno nosotros. Al igual que la serenidad de los hijos en la parte trasera de la camioneta, nuestra paz radica en la certeza de que estamos en sus manos.
"Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado." Isaías 26:3
Dios te bendiga.
Palabras de Bendicion
