Un golpe puede cambiarlo todo. Detener un corazón o devolver la vista, borrar un recuerdo o encenderlo. Es fuerza y azar al mismo tiempo: un instante donde la materia se rebela y el cuerpo responde. Algunos golpes son visibles; otros, invisibles, pero igual de decisivos. Hoy daremos un paseo por esa frontera del impacto: los que curan, los que matan y los que, poco a poco, transforman el cerebro hasta borrar lo que somos.