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Bienvenidos a otra semana repleta de papelones donde no se salva nadie, porque la tarima de Tomorrowland se quemó como el puente entre Realengo y Gallimbo tirándose más duro que la serie de Chespirito reventó la reputación de Florinda Meza. La residencia de Bad Bunny tuvo un nuevo invitado directo desde el averno según aseguran unos pastores, que deberían estar más pendiente a verdaderos problemas de la sociedad a ver si vecinos dejan de tirotearse, y tipos dejan de embaucar su propia familia para conciertos donde sorprenden la chilleria más famosa del momento.
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