Hola Pepa buenos días, pues si, una semana más estamos hablando de cositas de psicología y en este caso en concreto del verbo “procrastinar”.
Procrastinar es estirar una tarea o responsabilidad que debemos ejercer distrayéndonos de manera más o menos voluntaria con otros temas, con tal de no afrontar el sentimiento desagradable que nos provoca realizar dicha tarea. En otras palabras, es el hecho de “dejar para mañana -u otro momento- lo que puedes hacer hoy”.
Pues normalmente procrastinamos cuando lo que tenemos que hacer es desagradable o aversivo, así, lo que hacemos sin darnos cuenta es caer en patrones de evitación. Y esto genera satisfacción a corto plazo, pero frustración y angustia a medio o largo plazo.
Exacto Pepa, y sin darte cuenta has dado en el clavo. ¿Sabías que uno de los factores que más afecta a la hora de procrastinar es la AUSENCIA de presión externa?
No se te daría mal, no… Pues sí, cuando me refiero a “presión externa” me estoy refiriendo por ejemplo a algo tan simple como una fecha de entrega de un trabajo. En este sentido, cuanta más presión, más fácil es que “actuemos”. Y este detalle es interesante porque hace que mucha gente acabe pensando que “actúa mejor bajo presión”, cuando en realidad lo que en verdad está haciendo es “actuar bajo presión, porque sin ella, simplemente no hago nada”.
Quiero decir que, en realidad, cuanto más difícil es la tarea, mayor probabilidad de procrastinar, sobre todo si hay margen de tiempo. A medida que el margen de tiempo se reduce, más “fácil” es que me ponga a actuar, pero el resultado es otro tema.
Lo cierto es que aquí la psicología puede tener un buen papel, y en este caso acudir a un psicólogo -sin necesidad de tener un problema- podría ser algo de gran ayuda. Básicamente, lo que se trabajaría sería los siguiente: