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 Para
Dios lo importante no es tener grandes gestas o acciones buenas. Lo
bueno es hacer las cosas bien aunque sean pocas las que nos pidan.
Hoy celebramos a San Crispín de Écija. No hay muchos datos acerca
de su infancia y juventud, aunque se le sitúa en el siglo III que es
cuando hay noticias sobre su Episcopado. 

Sí se sabe, por ejemplo, que
su infancia fue una auténtica vivencia de Fe. Siempre fue educado en
el amor de Dios que practicó en el amor a los más necesitados para
tener una Fe fuerte. Cuando llega su juventud quiso buscar un mayor
compromiso con Dios. 

Y no se sabe más en este periodo de su
existencia. No obstante, todo lo que había sobre su trayectoria es
muy fecundo de cara a su Santidad de vida. No fue muy llamativo, sino
que buscaba que su mano izquierda no supiese lo que hace su derecha. 

Écija era una población con una Comunidad Cristiana incipiente y
que se iba haciendo cada vez más grande. Designado Obispo fue un gran Pastor que
confirmó a sus fieles en la Fe y les alentó ante la persecución.
Esto le hizo ser notado y empezaron las investigaciones a sus
espaldas, además de las denuncias. 

Llegado el momento fue arrestado
y sufrió cárcel, torturas y otros sufrimientos, hasta que le decapitaron según las Actas. La acusación que escribieron contra él
fue que se negó a sacrificar a los ídolos romanos. 

Desde tiempos
inmemoriales, San Crispín de Écija fue muy venerado entre los
cristianos de aquellas tierras. Con el tiempo fue declarado Patrono
de diversos gremios. También se le puso como Intercesor en diversos
momentos de necesidad espiritual y humana.