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 El
Santoral este día nos acerca a alguien que comenzó sirviendo a los
intereses de Roma y siguió en la causa del Reino de los Cielos. Hoy
celebramos a San Octavio. Su vida se sitúa en el siglo III. Eran
tiempos de persecución en los que el Imperio Romano perseguía a los
cristianos. 

Sobre todo, indagaba mucho la situación de los soldados
que habían abrazado la Fe en Cristo, porque las autoridades se
habían enterado de que algunos de sus soldados habían dejado la
creencia de Roma para seguir a Dios, aunque su conversión era muy
silenciosa. 

Y precisamente el Santo de este día, es procedente de la
Legión Tebea que eran militares del Norte de África e imbuidos de
Dios. Varios compañeros le siguieron en su camino hacia el Dios
Verdadero. Entendieron lo que era colaborar en bien de la sociedad
romana, pero obedeciendo antes a Dios que a los hombres en la Leyes
Religiosas. 

Pero un día surge la obligación de hacer una ofrenda a
los ídolos y ellos se niegan. Llevados a prisión por este acto de
traición para Roma, serán ajusticiados. Todos se admiran de la
paciencia y fortaleza con que Octavio y sus compañeros asumen este
suplicio. 

Todos ellos son muy humildes y sencillos aceptando lo que
el Señor dice “estar alegres y contentos porque la “recompensa
será grande un día en el Cielo”. Sus cuerpos fueron muy queridos
y venerados en los primeros tiempos. De hecho, asegura la historia
que una matrona se hizo cargo de sus reliquias para que se les diese
el culto debido. Son Patronos de Turín.