Listen

Description

La caridad es la virtud más excelente como señala San
Pablo en sus Cartas. Hoy celebramos a San Roque, un hombre imbuido de
esta virtud sobrenatural. Su nacimiento se sitúa en Montpellier
(Francia), entre los siglo XIII-XIV. Es hijo de familia noble y muy
adinerada. Ellos le inculcaron la Fe con una impronta de asistencia a
los más necesitados. 

Muy pronto quedaría huérfano de padres, y con
una herencia muy grande, que repartió entre los pobres Una vez
desprendido de sus bienes, inició una peregrinación a Roma, con el
objetivo de profundizar en la Fe para instruir en ella a los demás.
Iba con la túnica de peregrino, la cruz que le habían regalado sus
padres y una concha a similitud de los peregrinos de Santiago. 

Cuando llegó a La Toscaza, se hospedó en Acquapendente. Allí una
grave pandemia llamada peste negra, asoló por entonces la zona, y
Roque decidió ir al hospital para ayudar a los enfermos, ya que,
probablemente tenía conocimientos de medicina. Su confianza en Dios
fue tan grande que logró innumerables curaciones milagrosas. 

A su
paso por Rímini, donde también permaneció un tiempo, contrajo la
peste, con lo que los planes de la Providencia le obligaban a cambiar
de situación. Recluido en un bosque a modo de leproso para cuidarse,
logró una progresiva recuperación de su enfermedad. Ahí un perro
que le encontró providencialmente le llevó cada día un trozo de
pan cogido de la mesa de su amo. 

Al final los habitantes del lugar le
encontraron y se dedicaron a cuidarle. Acusado falsamente de
espionaje, por ocultar su historia, fue encarcelado. Lo que no
entendían las gentes es que no revelaba su identidad por humildad.
Y allí murió San Roque entregando su alma a Dios.